28 julio 2007

27 6 07; 10'30
Aziz dormita a mi lado.
He hecho buenas migas con este gigantesco argelino de buen corazón, inteligente y culto. Enfrente, el esquizofrénico en crisis solloza mansamente. A su lado el musculoso tatuado habla con el jovencito ciclado que no hace más que pedir que le manden a la cárcel. Hablan de conocidos comunes que han matado a una o varias personas. Recuerdo el ramalazo de lujuria que verlo cambiarse esta madrugada me produjo. Vaya, si apenas llevo 15 horas, ¿será una prefiguración de la vida en la cárcel? ¿me meterán al final? claro que ya le vale, cambiarse tumbado, ¡qué espectáculo! las nalgas prietas, los muslos delgados elevados hacia el techo, los testiculos y el pene bien definidos, jóvenes, y bajo ellos el ano pequeño y bordado de pelo ofrecido a nosotros, a mí...
Entra un gordito con cara agradable, lo acribillamos a preguntas. Se defiende bien, nos cuenta por que está aquí. El jovencito dice que todas las mujeres son unas putas, el tatuado lo apoya:
.- Si son ellas las que nos provocan.
Ciclao:
.- Luego se quejan de que les peguen.
El diálogo de lugares comunes sigue por 5 ó 6 frases.
El recién llegado nos dice que es esquizofrénico, con trastorno afectivo de la personalidad, nos dice que se sufre mucho. Le sugiero que se ocupe del llorón. Lo hace... ¡Vaya, lo ha calmado! El otro no esperaba más que un poco de ayuda. El gordito se crece, dice que estamos ante un experto en enfermedades mentales. Nos dice que podemos ver cosas raras si tiene una crisis; que no le hagamos nada.
El ciclaillo se mosquea, que quién se ha creído que es para dirigirnos a todos.
El gordito se defiende:
.- Sólo quería avisaros de que podéis ver cosas raras.
.- Tú que te has creído, ¿que no somos personas?
Llega un tío grande, muy moreno, gitano o merchero. ¡Hijo puta, qué brazos tiene! Se pone al final, enfrente del ruso. Saca un cigarro, lo enciende. El llorón le pide un par de caladas.
.- ¡Olvidaos de mí!
Pero a mí me ha dado una clave. Está completamente blando, no tiene ningún control. ¿De qué depende el poder personal? Entre otras cosas del control sobre los deseos, las compulsiones, sobre el conjunto de sensaciones, emociones, deseos y pensamientos que forman el ser humano. Queda poco cigarro, el grandullón se lo pasa al gordito, que está a su lado. El llorón es el siguiente, espera ansioso, reclama. No, no le llegará.
Una mujer grita. Grita mucho, como si le estuvieran arrancando la piel a tiras. En todos los calabozos se grita ahora, y golpean la americana de barrotes. Una cacofonía insoportable que dura 10 minutos. En nuestro calabozo es el ciclaillo quien más grita. Aziz intenta decirme algo.
.- Attends qu'ils arrêtent, je t'entends pas.
Un poco de silencio, me dice:
.- Son unos cobardes, pegarle a una mujer...
Humm, ha repetido la frase del ciclao, vale, al menos sirvió de algo mi regate en el vapuleo misógino. Pero qué cándidos son. Bueno, como todos, ya lo vi ayer en mí mismo.
La mujer sigue gritando durante horas, haciendo ver que es una hembra en un lugar lleno de machos. Algunos la acompañan con más gritos, haciéndole saber que han notado su presencia. Otros machos se suman al galanteo, en una carrera por hacerse notar de la hembra. Golpean los barrotes, saltan, gritan, rebuznan obscenidades. Me duelen la cabeza y el vientre; a mí, que me gusta el ruido y nací en Valencia.

2 comentarios:

Jorge dijo...

Estoy yo allí y: o mato a todos o me muero. Yo es que nací en Logroño, en un día silencioso.

huelladeperro dijo...

Te juro que pensaba (con cierta pena) en tí cuando estaba ahí dentro...
Sólo hubieras podido matar fácilmente a 11, los 11 con los que compartieras calabozo. Los más fáciles de influir para mantener callados.
Había otros 7 calabozos en el pasillo de ese sótano...