El espectáculo es deplorable:
Un grupo de pequeños mequetrefes escuchan a un perverso esclavo repetir datos estadísticos inútiles; porcentajes con dos decimales referidos a mejoras locales, como si se tratara del aumento del brillo de la piel conseguido por alguna crema de belleza femenina de la tele.
más adelante esos mismos mequetrefes amplificarán la tontería para que se entere toda la región, y los emisores de la tontería, que son los mismos que obligan a los mequetrefes a difundirla, se asegurarán, porque han inducido en los demás sensaciones triunfalistas de orgullo, el poder y la riqueza de unos modernos caciques feudales.
Me tocan en la espalda, me tengo que apartar un poco.
-¿soy acaso más feo que los demás?-
.- ¿Lleva Vd. documentación?
.- Sí.
Se hace un incómodo silencio; no me la pide; al final, fastidiado, saco mi pasaporte.
.- ¿Lleva Vd. algo que no tenga que llevar?
.- No.
Pienso un poco, y añado:
.- Pero de aquellos -y señalo hacia los depravados con traje y corbata- deben haber bastantes que lleven farlopa en los bolsillos.
.- Sí, es muy posible -dice pensativo- no sé si a mí o a su compañero.
.- Por qué no van a controlarlos a ellos?
Humm, me pasé, me contesta cabreado:
.- No nos diga cómo tenemos que hacer nuestro trabajo.
Su compañero comprueba mi documentación y le digo señalando:
.- Si no le importa, vuelvo ahí donde estaba (a cinco metros).
.- ¡No! -contesta- tiene que quedarse durante la actuación.
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Y empieza a registrarme:
Saca una tarjeta de red de mi chaqueta:
.- ¿Que es esto?
Le doy tiempo. No lo adivina.
.- Una tarjeta de red.
.- ¿El perro es suyo?
La estaba esperando, saco el pasaporte del perro y contesto:
.- Sí.
.- Tiene que llevar correa, -me dice sin cogerlo.
Me lo guardo mientras me explico:
.- Sé que está prohibido, pero en este parque se tolera que vayan sueltos, y yo me acojo a la tolerancia (estamos en viveros).
Ahora mira mi bolso; libros, libretas. Ni los toca. Mientras, va pensando que las leyes (ordenanzas municipales) tienen sin duda una razón de ser, e intenta convencerme:
.- Tiene que tener Vd. respeto con la gente, piense que hay personas que no le gustan los perros, o no quieren que se le acerquen, y no les gustaría que lo llevara Vd. suelto.
Mientras tanto Diógenes, que cada vez comprende mejor los asuntos humanos, se mantiene en un discreto segundo plano, junto a los parterres, mirándonos de reojo y olisqueando delicias privadas.
.- Le aseguro que soy absolutamente respetuoso con todo el mundo, y más en lo que se refiere al perro. No dejo que se acerque a nadie a quien le moleste, -le digo mirándole a los ojos- por ejemplo los musulmanes, para quién es un animal impuro, tengo mucho cuidado de que ni los roce siquiera.
Ahí está: casi imperceptiblemente su espalda se ha encorvado, y sus pupilas se han contraído. Se está acordando, seguro, del último control que le hizo a unos moros.
Su compañero se acerca, me los mido bien; desde luego entre los dos me ganan, pero se llevarian algunas hostias, y Diógenes pegaría buenos mordiscos.
Cuando su pareja le entrega mi pasaporte le pregunta:
.- ¿Ya lo controlaron?
.- Sí, contesta el otro, ya está clasificao.
En cuanto se alejan el perro viene hacia mí, me hace algunas fiestas y los dos nos volvemos hacia la jaima de la Generalitat donde Rita Barberá y sus secuaces inauguran la feria del libro.
Toby
3 comentarios:
En el libro de Bradbury, Farenheiht 451 los ejecutores del poder (en ese caso bomberos) quemaban los libros.
Ahora los ejecutores del poder "RitaBarbereño" registran a los sufridos lectores de libros, en busca de (¿?) asaberquecosabuscan!
Se me ocurre un buen argumento, para una novela de terror-ciudadano..
En fín, creo que Diógenes tiene mucha paciencia!!
Un saludo, perro
Hay veces que me gustaría contestar, pero donde????
alguna dirección?
No exigen a las fuerzas del orden tener dos dedos de frente.
Mira en qué momento te lo digo... acaban de matar a un esquizofrénico.
Menos mal que sabes conservar la calma. Me pasa a mí y acabo en chirona.
Un beso, querido, yo debería aprender de tí, ves?
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