28 febrero 2009

He estado esta mañana en Mercadona, buscando comida decente para los perros. Desde hace años esta empresa ha ido substituyendo alimentos de marcas conocidas y de prestigio por sus propias marcas, a saber: Hacendado, Bosque verde, Deliplus, Mercadona, Compy...
Una pareja de inmigrantes rumanos llama mi atención: andan mirando por las estanterías, presumiblemente comparando precios para encontrar el producto más barato. Alimentarse en Mercadona...
Al final todos seremos delgados, de mirar apagado y músculos fláccidos.
Reviso toda la comida para perros. Para cachorros sólo hay Compy.
Perros Mercadona, me digo, y me los imagino tan sin chispa, tan sin vida, tan sin energía como sus dueños. Apagándose poco a poco. Viviendo de las rentas de la vitalidad que les fue concedida al nacer.
Dios pone. Y nosotros utilizamos. Hasta que se agota.
Y entonces la muerte.
¡Dios qué sólo se siente!
¿Quién intenta alcanzarlo?
Nadie, apenas nadie: Los místicos, algunos locos, algún tigre, algún demonio. Y Él sigue, erre que erre, poniendo vida; vitalidad, esperando que alguien suba, que alguien crezca.

Me lo imagino hace tres días, cuando atropellaron a la Cindy (Cindy Cinderella), poniendo la mano bajo el coche para protegerla. Una batidora. Cindy fue atropellada por un coche que iba a sesenta por hora, una cachorrita de cuatro meses y medio. Cloc, cloc, cloc, cloc. Rebotando y dando vueltas debajo del coche. ¿Cuánto gira un cuerpo de treinta y cinco centímetros de altura por debajo de un coche que va a esa velocidad? Treinta y cinco centímetros encogidos como veinticinco...
Y Dios poniendo la mano, girando también a esa velocidad; mano de acero en guante de terciopelo. Y la Cindy toda machucada, toda dolorida, la mano de acero es dura, aunque el guante sea de goma. Y no recuerda nada. Lo sé, porque he vuelto a pasar con ella por el mismo semáforo que cruzó por delante de nosotros, queriendo hacerse la mayor, demostrar que ya sabía... ¿Pero qué va a saber una perrita tan pequeña de los misterios de la circulación? Los coches aparecen de repente, como si salieran de otra dimensión, y se van también de repente. Y el perrito queda atropellado, agonizante al lado de la carretera, con el espinazo partido. Y no entiende qué puede haber pasado. Y el amo sí, sí entiende, pero poco. Y por eso los amos dicen que lo llevan siempre atado: .-lo hago por mí, por mi tranquilidad... pero nadie, casi nadie piensa en enseñarle al perro a cruzar la calle, a comprender los misterios de las otras dimensiones que se cruzan con la nuestra. .-Hágalo por el perro me decía el guardia cuando me puso la multa, y no quiso comprender que lo hacía por él. Por darle una mínima oportunidad de supervivencia en caso de que un día se perdiera. Enseñarle cómo funciona la calle, socializarlo adecuadamente para hacerlo capaz de buscar otro amo si un día nos perdemos de vista para siempre...

La Cindy ya ha nacido tres veces: La primera cuando la parió su madre. La segunda cuando la encontramos junto a un contenedor de basura, el tres de diciembre, metida dentro de una bolsa de basura azul bien cerrada dentro de otra bolsa de basura negra. Ya sin fuerzas.
Sin aire. No podía andar. Ni levantar la cabeza. Daño neurológico pensé. Intento de asesinato de la mano de un cobarde que no fue ni capaz de acabar lo que había empezado. Una congoja terrible, que sobrevino después, cuando ya había recuperado el aliento, cuando ya había comido y bebido, y la vi, en medio de los gatos, sobre un trapo, donde la habían dejado las gateras que se afanaban en dar de comer a sus pupilos y no entendían nada de perros. Ni de la congoja de un bebé de mes y medio que sólo entiende que de repente no lo quieren, que está de más en el mundo. Una congoja que hube de calmar abrazándola, meciéndola dos o tres horas, yo qué sé, hasta que los hipidos y los estremecimientos se calmaron, hasta que se sintió segura y cómoda y a gusto...

El Búlgaro la quiere mucho. Recuerda cuando en la guerra de Bosnia encontró a tres de sus compatriotas, sus amigos, mercenarios como él, atados a unas sillas con bolsas de basura en la cabeza sujetas con cinta aislante en torno al cuello. Muertos. Ahogados. Una agonía terrible. Desde entonces no perdona a los musulmanes. No, eso no se le hace a un hombre. Eso no se le hace a un ser vivo, a un mamífero como nosotros, que amamanta, que siente empatía, capaz de amar. Eso no lo hace un ser humano. No es digno de nosotros.

Pero no hubo daño neurológico. Y la Cindy ha nacido una tercera vez. Y no recuerda nada.
Lo sé porque volviendo del Mercadona hemos cruzado por el mismo semáforo donde la atropellaron, y ha cruzado tranquilamente, a mi lado, sin miedo ni prevención de ninguna clase.

Mercadona, donde los hombres se hacen de plástico, poco a poco, gracias a la substitución del alimento natural por alimento de plástico.
Consumir, asegurar la supervivencia. Pero sólo la supervivencia, no la vida. A base de falta de carácter, a base de comodidad, de eliminación de la voluntad.
Lo decía Aristóteles: la Voluntad; el Raciocinio; los Apetitos.
Sólo nos quedan los apetitos. Lo decía Solimán, cuando lo encontré en el camino de las cañas, mientras volvía de la protectora de Benimamet con el Zamarro: "J'ai déja classé plus de deux cent modes de consommation" (tengo ya clasificados más de doscientos modos de consumo). Le premier c'est la peur de mourir, le deuxième c'est le sexe (el primero es el miedo a la muerte, el segundo es el sexo) ¿no es magnífico?
¡Grande! Es más que grande: es imprescindible.
Aunque no lo notéis, hay un hombre que recorre el mundo con una caravana sobre la que ha montado un aerogenerador. En cuya tarjeta de visita pone "Souleymane, simplement humain". Que no elige más trabajos que los que le parecen dignos (recolectar naranjas le parece digno). Que estas fallas espera estar en la ciudad, con su caravana, vendiendo productos de "comercio justo" Que ha estudiado ciencia, técnica para facilitar la liberación del hombre de las empresas que lo venden todo hecho. Que espera llegar a África y fabricar baterías caseras con latas de conservas, tubos de hierro de diámetros decrecientes y ácido fosfórico (hay muchos fosfatos en África). Que ha llegado a la conclusión de que el bien es aquello que va en el sentido de la mayor supervivencia para la especie humana. Que de todas las muertes posibles quisiera morir, en cuatro o cinco años, en la plenitud de sus fuerzas, de una bala disparada por el mayor fabricante de armas del mundo, mirándolo a los ojos. Y que de camino, mientras hace estas y muchas más cosas, va clasificando los modos en que los hombres son inducidos al consumo compulsivo...

Aunque no lo notéis, este hombre nos salva a todos. Porque lo que hace, lo que piensa, lo que vive se difunde por la parte del universo que no es física, ilusoria, cambiante. Lo que hace, lo que piensa, lo que vive Solimán se difunde por el Espíritu; entre nuestros espíritus. Aunque no nos demos cuenta.

Y esto a todos nos salva un poco.

4 comentarios:

Pareidolia dijo...

Mercadona fue mi sitio de recreo durante seis años, porque levantaba el culo de la silla para ir y para comprobar qué nueva cajera tardaba en quedarse embarazada. Cuando vuelvo a mi ciudad de origen me encuentro con que Mercadona ha asentado sus bases y me digo "qué bien, ya ha llegado el imperio de la rosquilleta". Sin embargo el LIDL me suscitó una mayor excitación y sólo voy a Merdadona si tengo ansia de rosquilleta. Me alegro de que la perrita haya olvidado, a algunos les tendría que pasar lo mismo, pero de forma menos traumática, con una pastillita y como nuevos.
Bises (on t'a manqué)

huelladeperro dijo...

compy:
"El hacendado del bosque verde merca la dona por un deliplus"

Médula dijo...

Voy a intentar enseñar a mi futuro animalillo a cruzar la carretera, y por el Mercadona deberería de ir asustándome.

Antes solo encontraba esas marcas como Hacendado cuando bajaba al sur de la península a pasar unos días en la playa. Ahora tengo un Mercadona inmenso abajo de mi calle del que sale la gente como zombies continuamente. Las cosas cambian y se extienden demasiado deprisa.

Col.George Taylor dijo...

Dios! Este post es como ir recibiendo bofetadas de diferentes lados ,a cada cual mas dolorosa.
El que metio al perro en la bolsa...buf,para que ensuciar tu blog con una diatriba recalentada...creo que todos sabemos lo que pienso de esta basura que si deberia estar en bolsas de basuras en el fondo de una fosa comun cubierta por un cofre de hormigon armado como si fuesen los restos de alguna central atomica.
Un saludo, mi apreciado.