21 febrero 2007

Hago autostop:
Pasa un gillipollas. Me hace el signo de la higa.
-. ¿Me enviaste tú eso señor? Mételo en una jaula, dale alpiste y a ver si canta.

Pasa un cura. No me coge.
-. Señor; ¿Es esta tu gente?

Tres personas en una furgoneta. Los dos llevan chaleco reflectante, la de enmedio es una chica. Se me escapa una sonrisa ¿por qué?
El conductor me hace tres grandes cortes de mangas: Te jodes; te jodes; te jodes.

Chev..., Route de Rom..., n° 60 :
Aquí pueden pasar los coches, hay una pequeña sombra, como el sol no les da en los ojos, los conductores pueden mirarnos a gusto. Aquí tiene que ser.

¡Coño! hay un perro que ladra, será más lejos.
Avanzo unos 70 metros; la carretera se pierde, recta, en el horizonte.
¡Mierda! tendrá que ser allá.
Vuelvo al sitio. El perro ya no está.

Pasa 1/2 hora, nadie me coge. Calculo el tiempo: 20 Kms: 6 horas a nuestro paso. Más vale que me ponga en marcha. A la sombra de la casa armo mis paquetes.
-. ¡Vamos, Rubio!
Junto a la verja, veo salir una señora de la casa. Es pequeña, delgada, mayor, algo encorvada.
Mira al perro. Sus movimientos son tímidos, imprecisos. Parece señalarlo. Dice algo de beber.
Lo señala. Pregunta:
-. C'est un mâle ?
-. Oui
-le contesto.
-. Alors je vais garder le mien, j'ai un berger allemand, c'est un mâle, il est gentil, mais on ne sait jamais.
Se ausenta un momento.
-. Je l'ai vu votre chien -le digo- c'est un beau berger allemand.
-. Oh, oui, si c'était une femelle, ça irait bien, mais deux mâles.....
-. Oui, on ne sait jamais
-le digo- mais Rubio est très gentil, il ne s'est jamais bagarré, il arrive toujours à éviter la bagarre.
Exagero un poco, pero es casi cierto.
-. Il doit avoir soif -me dice- voulez-vous que je lui donne de l'eau ?
-. Ce serais très gentil, madame, je vous en remercie.
-. Vous avez des croquettes ? est-ce qu'il a mangé ?
-.J'en ai un peu, mais non, il n'a pas encore mangé.
Y pienso que salimos con precipitación, y lo quería ligero para el viaje, y cogí todo el pienso que teníamos, y contaba reaprovisionarme en Rom...
-. Et vous, vous avez mangé ?
-. Non madame, je n'ai pas mangé.
-. Vous voulez que je vous prépare une bonne omelette ?
-. C'est trop gentil madame.
-. Attendez, je reviens.

Me quedo en el camino, al otro lado de la valla, me agacho, juego con Rubio, le hago fiestas, cargado con mis bolsas.
Al cabo de un buen rato Rubio se levanta excitado. Mira hacia la casa. La señora se acerca hacia nosotros. Rubio que es perro no puede haber visto el agua, ni la comida. -yo que soy mucho más alto no los veo- ni puede haberlos olido aún. Ha debido reconocer el gesto, la intención -pienso- empatía canina...
La señora, que avanza vacilante, deja el alimento a mitad camino entre la casa y la verja, a unos 5 metros. Nos mira. Insegura.
-. Je laisse passer le chien ? -pregunto.
-. Faitez passer le chien -me dice.
Abro un poco la verja para que pase Rubio. Yo me quedo fuera, sin moverme.
Rubio avanza hasta la comida y la huele. Coge un trozo con la boca, lo deja de nuevo. Intacto.
-. Il n'a pas faim ? -pregunta la señora.
-. Il est un peu méfiant au début -le digo.
Y voy a acuclillarme junto a Rubio.
Rubio empieza a comer con cuidado, receloso, pero se va animando.
La señora se anima también.
Hablamos del tiempo, del autostop, de los perros. Me llega el olor del pienso. Parece bueno. En un descuido de la señora cojo una croqueta, la pruebo, humm! buen pienso. La señora me ofrece algo:
-. Vous avez soif ? qu'est-ce que vous voulez boire ?
-. De l'eau, bien sur.
Me trae un vaso de agua, que bebo con fruicción. Pienso:
¡Qué bien! es como yo, primero los perros y después las personas; pero empiezo a pensar que se ha olvidado de la tortilla.
Rubio casi ha terminado, se va a beber agua de un cubo sucio. Lo dirigimos al bebedero, que está junto al comedero. Me dice:
-. Vous avez des croquettes pour lui ?
-. Oui, madame, j'en ai quelques unes, pas beaucoup.
-. Vous en voulez d'autres ? vous avez un sac pour les mettre ?
-. Oh, je vous en remercie bien, c'est très gentil. Oui, j'ai le sac des croquettes, attendez, je vais le sortir.
Me deshago de mi equipage, que coloco sobre la mesa y la silla. En el bolso negro está el pienso y una bolsa de nueces peladas. Lo pongo sobre la mesa, "comida adusta de hombre de los bosques" pienso, y con una sonrisa interior que no me permitirá oir su respuesta le pregunto:
-. Vous voulez des noix pelées, madame ?
Viene al cabo del rato con un plato hondo que me tiende. Sus gestos lentos, inseguros, me hacen pensar en las épocas de hambre y en las sopas populares. ¡Qué aventura! Lo que hubiera sido un intercambio es, de nuevo, una lección para mí. Pilota ella, y sólo debo dejarme guiar y disfrutar de la experiencia.
Sumerjo pues el plato en la bolsa y se lo devuelvo lleno de nueces hasta arriba. No más, no -sería darle importancia a cosas pequeñas- pero hasta arriba.

Tocan los cristales: toc, toc.
¡Vaya, hay alguien dentro!
-. Venez, venez manger -me dice la señora.
Y entra decidida por la veranda.
-. Venez, il n'y a pas de mal.
-. Attendez, je recupère mon verre...
-vuelvo atrás por el vaso y ahora sí, entro en la cocina.

La cocina es humilde, de pueblo, años 50. Hay fotos pequeñas y antiguas por las paredes. Bastantes habrán muerto.
-. Non, tu n'as pas le droit, -le digo al Rubio, y pienso en la vieja norma castellana: los gatos dentro, los perros fuera.
-. Laissez-le, il n'y a pas de mal, -me dice la señora- venez, asseyez-vous.
Una tortilla plana, redonda, de tres huevos, ocupa todo el plato. Elle est baveuse, apetitosa.
Pan, cubiertos. Pongo mi vaso detrás y me siento, sin más ceremonias.
A mi derecha se oye ladrar un perro. Alguien le calma y una hermosa muchacha entra cerrando la puerta tras de sí.
Lleva ropas ligeras, es morena, suave, armoniosa, plácida. Buenos brazos y buenas caderas, pechos pequeños de chica joven. Su nieta...
Se sienta en la otra esquina de la mesa.
-. Que voulez-vous boire ? de l'eau ou de la mente ?
La señora saca de la nevera una botella ya preparada -adivino que son pequeños placeres, pequeñas costumbres familiares- me sirve un vaso, yo ya voy comiendo (la tortilla no tiene sal). Voulez-vous un hors d'oeuvre, du paté ?
-. Je ne dirai pas non,
-digo intentando parecer simpático.
Saca un plato, me sirve un trozo, y un trozo de saucisson.
Rubio se interesa. Hablamos de que los perros quieren siempre comer comida humana.
-. Moi le mien je l'ai récupéré à la protectrice. Tu te souviens, Ammmmrrnrr....? (no pillo el nombre) Papi était déjà à l'hôpital... Il était maigre comme un fil. Je l'ai nourri... C'était au mois de septembre... Il doit avoir 74 ans... (me quedo calculando... ¿cómo hará las cuentas?) Il est beau, n'est-ce pas ?
-. Il est très beau. Es verdad, el perro que he visto me ha parecido hermoso, de buena línea, fuerte, con un ladrido equilibrado...
-. C'est un bon gardien...
Me sirve otro vaso de menta, Rubio se interesa por el contenido de la nevera, le advierto: ¡Rubio!
-. Ah! ça sent bien, hein ? Attends, je vais te donner du paté, le même que je donne a mon chien.
Le da un trozo de paté (el mismo que me ha puesto a mí, el que también comerán ellos), y otro, y otro, y un cuarto, más pequeño. Y un trozo de saucisson, y otro, y un tercero. Cierra la nevera y se ausenta. Rubio mira mi plato; está lanzado. Hay licencia en esta casa, veo. Le doy un trozo de tortilla de mi plato.
-. C'est bon, hein !
De corrido, muy deprisa, dice entonces la muchacha:
-. J'espère que c'est bon, c'est moi qui l'ai fait.
¡Anda! ¡Es tímida!
la miro: elle a rougie.
No quiero incomodarla, no quiero decirle mentiras, ¿cómo hacerlo? Todo está en el tono, ella es apacible, equilibrada. Lo entenderá.
La miro a los ojos y digo muy tranquilamente:
-. Oui, elle est très bonne, ça manque juste un peu de sel -y acto seguido le pregunto:
-.Comment vous apellez-vous?
-. Armonie
-me dice.
¡Qué suerte! El nombre es bonito y me gusta. Dejo que se note. No debería dudar, con mi cara de gurú.
Así es que mi comentario sincero y realista no puede haberle hecho daño, y ha podido refugiarse en su nombre, para asimilarlo. ¡Qué suerte!
-.C'est un jolie nom -le digo, pensando que le va muy bien.
Vuelve a rougir...
Hablamos de estudio, de trabajo, de países, se siente cómoda, da gusto mirarla.
Vuelve la abuela, hablamos del tiempo, me cuenta, no sé cómo, de la tempestad terrible del 87:
El 23 de julio del 87 estaban celebrando el cumpleaños de su nieta, (otra nieta) y el viento arrancó de cuajo el tilo que tenían en el jardín. Arquea los brazos para darme la medida: sus buenos 70 cmts de diámetro.
El tilo subió volando por encima de la casa. Arrancó buena parte del tejado, la chimenea..., la casa tembló. Todos se escondieron debajo de la mesa. Esta no, otra más grande, en otra habitación. El tilo era alto, muy alto, los niños se subían jugando al escondite y ella no los veía.
Fue un huracán, un tornado, un tifón. Hacía buen tiempo, estaba toda la familia celebrando el cumpleaños, y cuando pasó eso ella vió una masa blanca, como leche, que pasaba por delante de la veranda, y luego se fue hacia Chev..., cercenando las copas de los árboles.........

.- Vous voulez du fromage ?
La pregunta deshizo el hechizo. Mi imaginación había estado viajando con aquel terrible tornado de hacía 19 años que como un monstruoso cuchillo desoperculador había pasado junto a la casa de la señora arrancando todo lo que se encontraba a media altura.
"Je ne l'oublierai jamais" había dicho la señora.
¡Cómo olvidar una cosa tan terrible y gigantesca cuando te afecta tan de cerca?
No, desde luego que no lo olvidaría, y esta referencia autoimpuesta en su vida que le confería humanidad debía ser para otra gente otra referencia, otra vivencia. El tornado había elegido su camino, tomando hacia el norte o noroeste, y unos sí y otros no, habían sido tocados por aquel poderoso dedo de Dios que cercenaba vidas, cambiaba futuros, daba la fe o la quitaba. En el fondo me preguntaba si una princesita feliz de 8 años, algo más lejos, había vivido o no este acontecimiento, y cómo lo recordaría...

..- Vous voulez du fromage ?
La pregunta me volvía de repente a aquella habitación, donde Papí ya sólo estaba en foto, una foto, la más reciente, que se veía limpia, limpiada frecuentemente, como si fuera una ventana a través de la cual pudiera ver a su familia, y participar en la vida. Pero sobre todo como si fuera una ventana a través de la cual Mamí lo veía y lo quería todavía.
Papí, que había vivido aquel acontecimiento magnífico y sin duda había sido quien, como director de aquella familia, los había hecho meterse a todos bajo la mesa, cuando la casa tembló, y debió dar ejemplo para salvarlos mientras que ella, su mujer, díscola, no entró o quizá entró más tarde y así pudo ver por la ventana aquella enorme masa de leche que pasaba, que era un tornado, y que cruzaba la carretera continuando, hacia el norte, su obra destructora camino de Chev....
Y estoy en esta casa, al momento presente, y muy a gusto entre estas gentes humildes, esta muchacha armoniosa e inocente, y esta anciana tan bella, que me utiliza para dar lecciones de humanidad a su nieta, y está muy bien que me utilice, porque son lecciones de buen vivir.
¡Qué suerte esta casa al borde del camino, a pocos metros de un pequeñísimo cruce, con una pared que da sombra al camino y un pequeño espacio donde un coche cabe fácilmente y qué suerte este viajero con un perro, con barba voluntaria, entero y bondadoso con el que dar una lección de hospitalidad, de buen vivir a la pequeña!

.- Vous voulez du fromage ? -me ha preguntado.
Y yo estoy en mi papel de peregrino
Encore ! -me asombro, y:
.- Je ne dirai pas non, merci beaucoup.
Saca el queso de la nevera y pone el cuchillo en lo que es un trozo generoso.
.- Comme ça ? ou plus ? -y avanza el cuchillo un poco más allá.
.- Non, non, comme ça, c'est bien, merci beaucoup.
Espero que en la muchacha cale hondo lo que está viviendo. Volverán tiempos de hambre, me temo, y harán falta mujeres que sepan gestionar la hospitalidad y los escasos bienes familiares para que el mundo sea un lugar vivible.
Aún me ofrecerá un café, y con él un cigarrillo, pero la guapa muchacha ya no está, pues le he pedido precisiones sobre el huracán y harta sin duda de oir la misma historia se ha marchado a la habitación del perro.

Es la hora de la despedida. Me llevo un cassecroutte, un montón de pienso para el perro, y una sensación de que los hombres son buena gente que hacía tiempo que no sentía tanto.
Comment vous appelez-vous ?
Me dice el nombre y apellido
.- Alors -le digo- nombre y apellido, vous êtez une femme charmante, permetez-moi de vous embrasser.
Se deja besar como una joven ruborosa, pero la noto más derecha, más firme sobre sus pies...
Me alejo por la recta carretera, y cada vez que me giro la veo, delante de su puerta, despidiéndome, hasta que desaparece en el horizonte.